Los pagarés. Modalidades y características

Los pagarés. Modalidades y características

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Los pagarés. Modalidades y características

El pagaré, tal y como su propio nombre indica, simboliza una promesa de un pago. La definición es sencilla y en este post vamos a tratar de explicar sus características, los riesgos que conllevan y rentabilidad que se puede esperar de ellos de forma igualmente sencilla.

Los pagarés tienen una doble función: pueden ser un instrumento de financiación para quien lo emite y una forma de inversión para quien lo recibe. En función de los agentes implicados, podemos clasificarlos en tres modalidades: de cuenta corriente, de empresa y bancarios.

Modalidades de pagarés

Pagarés de cuenta corriente

Los pagarés más comunes son los pagarés de cuenta corriente. Este medio de cobro/pago se asemeja al cheque: en resumen, la persona que lo emite se compromete a pagar a una segunda persona una cierta cantidad de dinero en un determinado plazo.

La principal diferencia entre los cheques y estos pagarés es que cuando se emite el pagaré de cuenta corriente queda determinado el momento a partir del cual se podrá cobrar, mientras que los cheques podemos cobrarlos de inmediato. Por ejemplo, si recibimos un pagaré con fecha de vencimiento del 20 de enero de 2012, significa que hasta esa fecha no dispondremos del efectivo.

Además, el pagaré de cuenta corriente por un lado sirve de financiación para quién lo emite (es decir, tiene como objetivo la captación de recursos financieros a corto plazo) y por otro, supone una oportunidad de inversión para quién lo recibe. Por lo que tanto emisor como receptor pueden sacar beneficio de ello.

Veamos un sencillo ejemplo: una empresa necesita 10.000 euros para hacer llevar a cabo una inversión y emite un pagaré de 10.500 con vencimiento dentro de 10 meses. Así, esta empresa consigue los 10.000 al momento y la persona u empresa que se los "presta" recuperará 10.500 dentro de diez meses; es decir ganará 500.

Pagarés de empresa

Desde el punto de vista de la empresa, la emisión de los pagarés de empresa supone unos menores costes de acceso a la financiación, generalmente debido al menor plazo de vencimiento de éstos con respecto a otras formas de financiación. Es decir, aunque el tipo de interés puede ser mayor que en un préstamo bancario, al pagarlo en menos tiempo (generalmente entre 10 y 18 meses), las empresas acaban pagando menos interés.

Desde el punto de vista del inversor, generalmente supone una mayor rentabilidad que otros títulos de renta fija similares, como por ejemplo, las Letras del Tesoro.

Para entenderlo mejor, podríamos decir que los pagarés de empresa son la versión privada de las letras; es decir, renta fija a corto plazo emitida por empresas diferentes al Estado. A diferencia de los productos de renta variable, no es necesario que las empresas que los emitan coticen en bolsa, aunque deben depositar el folleto informativo en la CNMV.

Pagarés bancarios

Las entidades financieras nos ofrecen la modalidad de los pagarés bancarios, unos productos que cuentan con las mismas características que los pagarés de empresa.

Las entidades financieras están apostando por colocar pagarés entre los particulares como una vía alternativa a los depósitos para captar liquidez. La razón es sencilla. Cuando las entidades financieras formalizan un depósito, tienen que dar un porcentaje del importe al Fondo de Garantía de Depósitos. Además, desde julio, si los tipos se que pagan por los plazos superan ciertos límites, el coste todavía es mayor ya que hay que pagar una penalización al Banco de España. Es decir, el coste de los depósitos se incrementa y es superior al que supondría un pagaré.

Aunque también es cierto que el Fondo de Garantía de Depósitos da cobertura a los depósitos, hasta 100.000€ por titular y entidad financiera, algo que no ocurre en el caso de los pagarés. Es decir, el cliente puede ganar más adquiriendo un pagaré en vez de un deposito, pero también arriesga más.

Riesgos de los pagarés

Uno de los mayores riesgos que entrañan los pagarés es que no suelen contar con ningún tipo de garantía específica, más allá de la que nos pueda ofrecer la propia entidad financiera emisora. Por este motivo, es muy importante valorar el rating (calidad de la deuda) del banco, caja de ahorros o cooperativa de crédito que lanza la emisión para asegurarse de que su solvencia es elevada y que, por tanto, podrá hacer frente a sus compromisos financieros.

Por otra parte, los pagarés cotizan en un mercado secundario, es decir, si necesitamos el dinero que hemos prestado y no podemos esperar al vencimiento, podemos vender el pagaré a un tercero para recuperarlo, pero su liquidez es muy limitada, en algunos casos nula, ya que hay que esperar a su vencimiento para poder recuperar la inversión. En el caso de que el particular quisiese cancelar el producto antes del plazo previsto, podría tener dificultades para lograrlo y, en función de la coyuntura, podría recuperar su capital con pérdidas.

Rentabilidad de los pagarés

La emisión de estos productos se realiza al descuento; es decir, no generan intereses, pero su precio de compra es inferior al precio nominal del pagaré. Esto quiere decir que la rentabilidad viene marcada por la diferencia entre ambos. Por ejemplo, si yo, como cliente, adquiero un pagaré con un nominal de 25.000 euros y tiene un precio de compra de 24.000 euros, en el vencimiento obtendría unas ganancias de 1.000 euros.

Además, el vencimiento de los pagarés bancarios suele ser a corto plazo; lo normal son vencimientos de 7 días a 25 meses aunque los plazos más frecuentes son de 1, 3, 6, 12 y 18 meses. Por lo que no tendría que esperar demasiado para disponer de ese dinero.


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