Julio: Correr para vivir

Julio: Correr para vivir

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Julio: Correr para vivir

Podía haberse tirado en el sofá a ver la televisión. Podía haberse sentado en un banco del parque a leer el periódico. O simplemente, podía haberse dedicado a ver el tiempo pasar. Pero él creyó que hay otra forma de envejecer, otra forma de vivir la jubilación.

Fortunato Vencedor calzó sus deportivas fosforito por primera vez a los 60, una vez jubilado. Después de haber trabajado duramente durante 40 años en su bar de Bilbao, tenía las rodillas inflamadas, y por recomendación médica comenzó a andar.

Con 65 debutó como runner en la Herri Krosa de Bilbao junto a su hijo mayor. No sin pensárselo dos veces, ya que pensaba que se reirían de él. Pero lo que pudo ser una mala experiencia resultó ser del todo enriquecedora: Fortunato se enganchó a las carreras y comenzó una nueva vida.

A la Herri Krosa le siguieron la subida a Artxanda, la Santurce-Bilbao o la Behobia-San Sebastian, hasta que a sus 79 años logró completar su primera maratón, siempre con un pañuelo de su difunta esposa al cuello.

Su paso es lento. Pero no le importa el tiempo, ni ser el último. Porque para él, llegar a meta “es una señal de que Dios le está dando salud para seguir corriendo”.

Desde que comenzara a correr dice encontrarse física y mentalmente mejor que antes. ¿El secreto? Correr semanalmente unos 30 kilómetros y beber su pócima mágica: una mezcla de agua, tres higos, medio plátano, medio limón y azúcar. Un modo de vida que intenta transmitir a su nieto, para que siga sus pasos.

Porque Fortunato no solo ha demostrado que hay otra forma de envejecer, sino que también hay otra forma de correr. No la de ganar, sino la de correr para vivir.

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