¿Cambia el discurso?

¿Cambia el discurso?

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¿Cambia el discurso?

En esta tribuna hemos discutido en varias ocasiones la receta anti-crisis europea, una receta propiciada por el eje franco-alemán y basada en una apuesta férrea por la disciplina fiscal y la aplicación de reformas estructurales que, mejorando las perspectivas de medio plazo de la economía, combatan los efectos negativos que producen los recortes en el corto plazo.

Muchos analistas consideran que estamos, no tanto ante un problema de crisis de la deuda soberana, que también, sino fundamentalmente ante un problema de Gobernanza de la Zona Euro, un problema de Europa. Una zona que vivió los primeros compases del presente siglo con una venda en la frente, acumulando desequilibrios de diversas tipologías en los países que forma parte de la misma. Es por ello que la situación actual requiere abordar muchas cuestiones, no sólo la problemática de la deuda, siendo necesario por tanto un elevado grado de flexibilidad. Y esta es una de las claves. No puede haber recetas fijas, rígidas. La situación requiere de una combinación de imaginación y método. Porque claro, el empeño en aplicar unas reglas fijas choca con la voluntad de los ciudadanos, que son los que a la postre acaban pagando las consecuencias. Y ello acaba teniendo reflejo en la voluntad mayoritaria, lo que puede presionar sobre las recetas en una suerte de círculo vicioso que enmaraña la situación más si ello es posible. Algo así ha sucedido tras las recientes elecciones en Francia y Grecia. Tras los resultados de las primarias francesas, y a la vista del discurso de Hollande, la hasta entonces receta oficial comenzó a ser matizada incorporando una variable adicional al ajuste: el crecimiento. En definitiva, a la vista del resultado que se preveía se trataba de evitar el choque de trenes entre las dos grandes potencias: Francia y Alemania. En nuestra opinión ciertamente consiste en una aproximación más realista a la crisis que vivimos. Pero también es verdad que lo acontecido no está exento de críticas porque la impresión que estamos dando es la no tener las ideas claras. De hecho se habla de crecimiento, pero no hay concreción alguna en lo que se refiere a cómo implementar una política que combine ambos objetivos. La verdad que tampoco es una sorpresa para los que hemos seguido las actuaciones de política económica desde que el año 2010 estallara el episodio de la crisis de la deuda, porque muchas de las cumbres europeas han terminado con declaraciones de intenciones grandilocuentes pero vacías de medidas concretas. Y al final, los “mercados” acaban dándose cuenta de que el rey está desnudo.

Otra cuestión son los complejos resultados de las elecciones griegas que reflejan a las claras el descontento que lleva acumulado el país en los últimos tiempos y que plantea dificultades de cara a la gobernabilidad de la situación. La verdad es que si tuviéramos que asignar probabilidades, a día de hoy pensamos que las posibilidades de que Grecia abandone la Zona Euro son superiores al 50%.

Hemos decidido titular el artículo con una pregunta cuya respuesta desconocemos, pero hay que confiar que los políticos adopten una solución que deje a las claras que Europa sabe cómo salir de esta crisis reforzada.

Este es un análisis del Departamento de Estudios de Caja Laboral. Una vez al mes contaremos con su punto de vista sobre diversos temas económicos de actualidad.


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