«Me llaman ‘la dama de la novela histórica’ pero nunca dicen ‘el caballero del thriller’»

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«Me llaman ‘la dama de la novela histórica’ pero nunca dicen ‘el caballero del thriller’»

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Toti Martínez de Lezea, escritora.  Para nuestro tercer episodio del podcast de LABORAL Kutxa, hemos charlado con Toti Martínez de Lezea (Vitoria-Gasteiz, Araba, 1946), traductora, fundadora de la compañía de teatro Kukubiltxo, guionista de programas infantiles, una de las primeras mujeres que dirigieron programas en Euskal Telebista y, desde hace más de 20 años, una prolífica autora de novelas de enorme éxito. Escucha y suscríbete a nuestro podcast  en Apple Podcasts, Google Podcasts, Spotify o en tu plataforma de podcast favorita. En este post encontrarás una transcripción de este episodio, editado para su legibilidad.

TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA. “Quiero una historia de brujas”, pues me la escribo. Y me la cuento. Y me lo paso pipa. Es más, tengo una amiga que me ayuda en la casa y que es la primera que lee: lee las dos o tres páginas que he escrito la víspera y me dice “¿y ahora qué pasa?” y le digo “yo qué sé”. Me dice “¿cómo que no lo sabes?” “que no lo sé, tengo que descubrirlo, no sé qué le pasará a este personaje o al otro, tengo que descubrirlo, si irá por la derecha o por la izquierda... ” Ya se me ocurrirá cuando llegue el momento. Y esa es una de las partes que más disfruto de escribir.

IRATI JIMENEZ (LABORAL Kutxa). La casa es antigua, con flores en la fachada, paredes gruesas de piedra, un balcón de madera oscura y un jardín que parece de cuento al que se accede por un salón mágico. Un espacio imposible lleno de esculturas, cuadros, flores, discos, miles de objetos que sugieren otras tantas historias. Una colección de mujeres con vestidos tradicionales vascos ocupa varios estantes; al pie de la escalera, un eguzkilore tallado en madera; al fondo, una mesa de billar que impresiona por su tamaño; en el techo, un yugo; en las vigas, cuadros, retratos, una máscara africana. Junto a la puerta de entrada, una cocina con chimenea y enfrente, un despacho cerrado que resiste a la invasión de los objetos, una cueva forrada de libros donde cada mañana, desde hace más de 20 años, Toti Martinez de Lezea se sienta al teclado y convoca a la literatura para que opere sus milagros. TOTI. He contado muchas veces que empecé a escribir con 49 años, porque hice una apuesta con un amigo, al que dije “voy a escribir un libro” y me dijo “tú ni hablar, cuentos” porque había estado trabajando en ETB, había estado haciendo teatro para niños... “tú, cuentos, sí, pero un libro, una novela, no eres capaz”.

IRATI (LK). Nació en Gasteiz, en 1946, en el seno de una familia que alimentó su hábito por la lectura, su deseo por viajar y aprender idiomas, y su interés por conocer la historia de un pueblo, el suyo, que apenas ha contado en las páginas de la historia. De las lecturas tempranas de la infancia no recuerda ninguna que le marcara tanto como el Diccionario Mitológico de José Miguel de Barandiaran.

TOTI. Me marcó, me marcó. Y luego es que aita era muy euskaltzale. Era erdaldun. Pero era muy euskaltzale. A tope. Y todo lo que tenía que ver con su tierra, con nuestra tierra, con sus costumbres, con sus formas de vida, le encantaba, le entusiasmaba. Pero, ¿qué pasa? pues que los vascos no hemos escrito, la Historia nos la han escrito otros.  Latinos, godos, francos… Ahí tengo La Gran Enciclopedia y en la época de los romanos solo hay una línea; en la época de los godos otra línea, y el resto... un pequeño pueblo que no interesa. Nos ha quedado la literatura oral. Pero claro la literatura oral vete tú a saber cómo ha cambiado a lo largo de los siglos, yo te cuento, tú añades, tú quitas... también depende de las circunstancias. Así que tenemos que hacer un acto de fe y sobre todo  de mucha imaginación para crear épocas nuestras pasadas, incluso recientes.

IRATI (LK). A lo largo de los siglos, el pueblo vasco ha desarrollado un carácter industrioso, quizá poco comunicativo, adaptado a la fiereza del Cantábrico y a las condiciones geográficas de un país de montaña y lluvias, hábil en los trabajos del campo, las artes de la pesca y los oficios del metal. Es lógico que sus grandes artistas hayan estado interesados en los materiales, los volúmenes, el espacio: Oteiza, Chillida, Balenciaga. Un país de artesanos, escultores, y músicos como Gayarre, Sorozabal, Iparragirre, Arriaga, Ravel, Sarasate, que apenas ha tenido literatura escrita.

TOTI. Soy lectora desde pequeña. Lo de leer las historias que otros me contaban, muy bien. Pero, ¿y yo no tengo historias que contar? También había otro motivo, me gusta la novela histórica. Entre comillas “histórica”, porque no es novelar la historia, eso ya lo hacen los historiadores. Es crear una trama, unos personajes y una situación en una época pasada que te puede interesar por lo que sea. Y aquí en Euskal Herria ese tipo de novelas no se daban. Ni se dan, casi. Estaba Campión, en su época, en el siglo XIX; Villoslada, Pío Baroja…

IRATI (LK). En géneros tenemos muy poquito y de novela histórica, efectivamente…

TOTI. Y yo decía “estoy leyendo la historia de Roma”, bueno, historias que ocurren en la época romana, en la época egipcia, en el siglo XVI… y de mi casa qué, de mi pueblo, de mi gente, qué, ¿nadie va a escribir? Y la primera novela que escribí, por supuesto, fue histórica. Bueno, ya te digo, entre comillas, que yo no las llamo históricas, yo las llamo novelas”.

IRATI (LK).  ¿Por qué novelas y no novelas históricas? Nuestra invitada lo tiene claro.

TOTI. Para mí lo de histórica es un apodo, un mote que se le ha dado a la narrativa, porque hasta mediados del siglo XX, la narrativa era narrativa, nadie decía que la novela de Tolstoi Guerra y paz era una novela histórica, era una novela, sin más. Luego empezaron a poner apellidos a las novelas. Que si thriller, que si romántica, que si de aventuras, que si históricas; y ahora nos colocan en las históricas a todos los que colocamos nuestras tramas en tiempo pasado, pero para mí una trama histórica es una época que yo no he vivido.

IRATI (LK). Hablando de épocas que no ha vivido, nos enteramos de que la madre de Toti fue nadadora, como ella durante un tiempo, y que ganó un campeonato de España, en Zaragoza. Para contar su historia, nos dice, no tendría que hacer como novelista algo tan distinto de lo que exigiría contar una historia que ocurriera hace dos, tres o diez siglos; el trabajo es el mismo.

TOTI.  Para escribir, siempre digo, hacen falta tres cosas: leer mucho y yo he leído muchísimo, desde cría. Tener algo que contar: si no tienes algo que contar para qué escribes, para contarme tu vida, y a mí qué me importa. Cuéntame algo más. Hazme una crítica, que puede ser buena o puede ser mala. Critica ciertos aspectos de la sociedad, del pasado, del presente… del futuro, de lo que quieras. Haz algo pero no me cuentes. Lo tercero es meter horas, y no hay más historia. Y, perdón, tener imaginación. Porque hay gente que escribe que no tiene nada de imaginación. Y

le cuesta muchísimo esfuerzo. Un esfuerzo que raramente tiene recompensa. Porque en esto de los libros, tú  lo sabes, yo lo sé, triunfan dos, triunfa uno, cada mil. A nivel internacional, claro, y a nivel nacional. Aquí en Euskadi como somos pocos, tiramos para adelante todos. Pero en cuanto quieres salir fuera no hay manera. Porque ya hay otros y luego hay unos intereses muy importantes y si tú no sigues esos intereses... hay que tener en cuenta que el mundo literario es una empresa. Y una empresa no va a perder. Una empresa va por lo menos a subsistir. Hay que pagar sueldos, tiene que subsistir. Y por supuesto, por mucho amor que has puesto tú en una escritura y crees que es magnífico, si el editor piensa que no, y que va a perder, va a invertir un dinero que no va a recibir de vuelta, pues olvídate. Te autopublicas, pero pasa lo mismo, que quién te va a leer. 

IRATI (LK). En una sociedad que rinde culto a la juventud y al éxito, pocos relatos profesionales  resultan tan atractivos como los que protagonizan artistas adolescentes, deportistas precoces y genios tempranos. Historias interesantes pero quizá no tan inspiradoras como la de alguien que publica su primera novela casi con 50 años y se convierte en una autora capaz de publicar una al año y de congregar una y otra vez a una numerosísima nación de ávidos lectoras y lectores.

TOTI.  Me dicen a veces que no puedo sacar una novela al año... ¿y qué hago el resto del año? Le meto entre seis y ocho horas diarias. Acabo con una y ¿qué hago? ¿espero al año siguiente? ¿o dos o tres años para escribir la siguiente? Pues no. Sigo. Es mi oficio.

IRATI (LK). La literatura vasca nunca había contado con una novelista en la tradición de  escritores como Agatha Christie o Stephen King, prolíficos, imparables, con legiones de fans. Su éxito inauguró un nuevo interés por historias que transcurren en remotos escenarios del pasado y marcó un hito en la literatura vasca, algo que ya le había ocurrido antes en la televisión y en el teatro.

TOTI.  Cuando llegamos a Larrabetzu, teníamos dos críos pequeños, y en las primeras fiestas que estuvimos, para pequeñitos, para bebés digamos, no había nada, carreras de sacos y esas cosas, pero para una niña de 3 años y un niño de un año… nada.  Habíamos estado viviendo en Francia en una ciudad que se llama Charleville Monsieur, y allí se celebró por primera vez el primer encuentro internacional de marionetas. Como yo no trabajaba y estaba embarazada de mi primera hija me fui a ver todo lo que podía. Cuando llegamos a Larrabetzu, al no haber nada, se me ocurrió hacer unos muñecos. Le dije a Alberto, que es un manitas, que me hiciera un teatrillo y nos plantamos en la plaza con la cassette de Lourdes Iriondo Txano Gorritxu.

IRATI (LK). ¿Y este es el germen de Kukubiltxo?

TOTI. Sí. Y luego recogimos, después de causar gran expectación en el pueblo porque estábamos fuera del programa.

IRATI (LK). Esto es historia del teatro vasco, además de historia de la literatura vasca. Booktrailer de Enda.

 

IRATI (LK). A mediados de los 80, dejó el teatro por la televisión, y se convirtió en una de las primeras mujeres en dirigir programas. Tras varios años en la televisión pública vasca y habiendo dirigido más de 1.000 programas, volvió a las traducciones y se encontró con la creación literaria, primero de manera parcial y después a tiempo completo: escribió La Abadesa para demostrarse a sí misma que podía escribir una novela. Y cuando la terminó, la guardó en un cajón.

TOTI. La guardé, como ejercicio y me puse a escribir La calle de la judería. Y después cuando acabé La calle de la judería me puse con el Señor de la guerra, no, Las torres de Sancho. Entretanto, los amigos, que eran los que leían los originales, me decían “mándalo, llévalo a una editorial, y yo pensaba, a qué editorial lo voy a llevar, no conozco este mundo y además, a quién le va a interesar esto”.

Al final me convencieron y mandé La calle de la judería a cinco editoriales, todas vascas, todas pequeñas, nada de Planetas y estas historias. Y me las devolvieron todas. Que si tenía muchas hojas, que si no interesaba, y en fin, pensé “pues se ve que no valgo, pero cómo me lo paso”. Teniendo en cuenta que no hago ganchillo ni tomo café con las amigas, pues me voy a escribir otra, y empecé con La Herbolera, y entretanto pues Ttarttalo de Elkar se puso en contacto, porque ellos habían empezado una colección de novela histórica, entre guiones, y no tenían material. Llegue allí yo, patatera, y además con judíos poco vascos, todos… pero bueno, no había más.

IRATI (LK). Primero de manera parcial y después a tiempo completo, Toti lleva más de 20 años dedicada a la literatura. Como nos ha contado, la rechazaron 5 editoriales antes de que Ttarttalo, del Grupo Elkar, le ofreciera publicar La calle de la judería. Era el año 1998 y desde entonces ha publicado más de 50 títulos que le han valido calificativos que, en literatura, solo se aplican a las mujeres.

TOTI. Hay una cosa que me suelen decir y que me divierte mucho. No me lo dicen, me lo ponen, así, cuando hacen una entrevista, “la dama de la novela histórica” y siempre me quedo así… yo nunca he leído que digan “el caballero de la novela histórica”. “La dama del thriller”; nunca he leído que digan “el caballero del thriller”.

IRATI (LK). “La gran señora”, “la dama”, se dicen estas cosas…

TOTI. “La gran señora de la novela romántica”. Pues yo nunca he leído “el gran señor de la novela romántica”. Y también hay otra que dicen: “mujeres que escriben para mujeres”, que hacen “literatura para mujeres”, entonces tendremos que entender que los hombres hacen literatura para hombres, vale, aclarenemelo. Ah, no, los hombres escriben para todo el mundo, las mujeres para las mujeres. Perdón, perdón, perdón. Y los hombres utilizan el tema porque por ejemplo, si tú escribes una novela de amor, sobre una relación romántica, “ah, es una novela romántica, es una novela de amor”. Pero Flaubert escribe Madame Bovary o Tolstoi escribe Ana Karenina…

IRATI (LK). Magnífico. Qué conocimiento de la psicología de las mujeres...

TOTI. Increíble. De romántico nada. La vida misma. Mikel Markez & Toti Martínez de Lezea. Milioika bider.

IRATI (LK). A lo largo de su carrera Toti ha colaborado con todo tipo de profesionales, editores, maquetadores, periodistas, libreros, pero nunca se le ilumina la cara tanto como cuando habla de sus colaboraciones con músicos como la navarra Maite Itoiz con la que ha realizado espectáculos basados en sus libros o el cantante Mikel Markez, que la llamó para su último disco, Miloika bider. La música, que la acompaña siempre que se sienta a escribir, juega un papel esencial en su proceso creativo. TOTI. Vamos a sacar en la colección nueva, en la Biblioteca Toti Martínez de Lezea, La comunera porque está desclasificada. Esa novela la escribí con el fondo de música de El último mohicano, no me digas por qué.

IRATI (LK). Gran banda sonora, preciosa.

TOTI. Una vez y otra vez y otra vez. En casa me decían “acabas o no acabas” porque estamos hasta las narices. Les decía “aquí en mi cuarto estoy yo”.

IRATI (LK). Yo, y el último mohicano.

TOTI. Y el último mohicano. Depende. Otras veces he utilizado el canon de Pachelbel, mil veces escuchado. Pero no lo oigo. Simplemente que cuando paro, lo oigo. Y luego sigo. Mientras escribo no lo oigo. Está ahí. Pero cuando paro un momento, lo oigo. IRATI (LK).  Ayudada por la música y en constante contacto con las lectoras y lectores a los que siempre ha atendido contestando a sus mensajes, firmando libros, asistiendo a grupos de lectura o participando en festivales y espectáculos pero, sobre todo, acompañada por los personajes que brotan de ella, su tarea diaria como novelista poco tiene que ver con la mitificada soledad del escritor. En compañía de sus personajes Toti Martínez de Lezea ha sentido de todo menos soledad.

TOTI.  Sí que es cierto que pasas mucho tiempo tú solo o tú sola. A mí no me importa, me encanta. Me encanta inventar, imaginar, crear vidas, crear mundos, épocas... viajar porque en realidad yo estoy viajando a esos mundos y lo disfruto enormemente, pero nunca me he sentido solitaria, la verdad.

IRATI (LK). No sabemos cómo sería la historia de Toti Martínez de Lezea si alguien escribiera una novela sobre ella: seguro que habría interés por leerla porque lectoras y lectores nunca le han faltado. Sería la historia de una vocación tardía por la literatura, relacionada con un amor temprano por los libros y por la historia, protagonizada por una mujer que estudió idiomas y viajó en un momento en el que las mujeres no lo hacían, una teatrera que fundó una compañía esencial en nuestra historia, una guionista y realizadora que rompió techos de cristal en la televisión y una novelista que abrió un nuevo capítulo en la historia de la literatura vasca, el suyo, el de una escritora prolífica y apasionada que libro tras libro crea inagotables universos de ficción que demuestran que dentro de una sola persona cabe más literatura de la que se puede imaginar.


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