Desapalancando

Desapalancando

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Desapalancando

Continuando la línea de nuestro artículo anterior, en alguna ocasión se nos ha preguntado por los orígenes de esta crisis que estamos padeciendo y lo cierto es que, a priori, es un poco complicado responder a una cuestión así. Probablemente será objeto de estudio en futuras tesis doctorales y a buen seguro que en unos años, transcurrida la misma, tendremos una respuesta certera. A día de hoy, lo que parece difícil de rebatir es que algunas de las razones que se encuentran detrás son:

  • La existencia de abundante dinero y a tipos bajos a nivel global durante una buena parte de la década pasada.
  • Importantes fallas en los mecanismos de regulación y supervisión financiera.
  • La aplicación de políticas macroeconómicas insuficientemente anticíclicas.
Todo ello propició una espiral de endeudamiento privado, tanto de empresas como de familias, que generó burbujas en diversos activos, de los que en España destacan los relacionados con el mercado inmobiliario. La crisis estalló tras el tristemente célebre episodio de las hipotecas subprime en EEUU, y los países se embarcaron en políticas monetarias y fiscales tremendamente agresivas. Ello no hizo sino incrementar el endeudamiento del sector público, el único agente que todavía estaba a salvo de este problema. Y ahora, todos estamos en el mismo saco.

Para que se hagan una idea, de 2001 a 2010 el endeudamiento de todos los agentes en España se multiplicó por dos y en estos momentos la deuda total sobre el PIB, medida de nuestros ingresos, ronda el 300%, es decir, nuestra deuda es el triple de nuestro PIB. Sinceramente, si nos comparamos con otros países desarrollados no es que nos salgamos de la foto, pero sí que hay motivos para preocuparnos. Entre otras cosas porque nuestra capacidad para generar crecimiento en los ingresos (PIB) no parece elevada, lo que dificulta el proceso de desapalancamiento o reducción del nivel de deuda. Como todos saben ya, y en lo que respecta al sector público, el gobierno se ha embarcado en la otra cara de la moneda, la reducción o ajuste de los gastos. Ello junto con unos tipos de interés bajos constituyen otra manera de tratar de controlar el nivel de deuda. Tras estas medidas sólo quedaría la reestructuración, un método poco ortodoxo y que es mejor no probar. Ciertamente el ajuste es la única medida que se puede adoptar con total "seguridad" en la situación que nos encontramos. El PIB, desafortunadamente, no podemos controlarlo. Sabemos que los agentes económicos no tienen capacidad de gasto y sólo el sector exterior podría ayudar, pero el mundo tampoco anda para florituras. Y el tipo de interés refleja entre otras cosas nuestro riesgo como prestatarios, y ahora mismo no estamos en nuestro mejor momento. En fin, que nos queda un camino largo y difícil para lograr el ansiado desapalancamiento.

Este es un análisis del Departamento de Estudios de Caja Laboral. Una vez al mes contaremos con su punto de vista sobre diversos temas económicos de actualidad.


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